Fundación Pensar, el think tank del PRO.


P lanes, equipos técnicos, planes, equipos técnicos, planes, equipos técnicos. Son como mantras en el primer piso de Balcarce 412, sede de la Fundación Pensar, el think tank o, como dirían sus integrantes, la “usina de ideas” del Pro.

El hall es un living símil casero: una pizarra gigante con un collage de fotos, una mesa ratona, dos sillones rojos bien modernos, un plasma a la altura de los sillones que pasa un sinfín de videos institucionales sobre ejes temáticos, en este momento “qué es la inflación”. A la izquierda del living, cuatro mesas rectangulares largas, cada una de un color con las sillas a juego. Empleados y jefes conviven en un único ambiente sin oficinas ni escritorios individuales. En la mesa amarilla están los de “coordinación de los planes”; en la roja, comunicación y eventos; en la verde, la red federal, los que se encargan de la relación de la Fundación con las provincias, y en la azul se sientan los del área del plan económico y plan de gobierno. Como si fuera un monoambiente, la cocina está a la vista de todos. Un cartel pegado con cinta scotch arriba de la bacha: “Socialismo: lavá tus propios platos, todos compartimos el lavado”. Los cubiertos y la vajilla son de los mismos colores que las mesas y las sillas. También los tachos de basura. Todo combina. Al fondo sí, una sala de reuniones: cinco personas alrededor de una mesa miran un power point: “Plan nacional de emprendedores”. Al fondo del salón, pufs y una mesa de pool. “Igual, casi nunca venimos acá, eh”, aclara un trabajador. La otra oficina que hay, en el extremo del salón, suele usarla Pancho Cabrera, presidente de la Fundación y ministro de Desarrollo Económico porteño. “Uno sabe lo que está haciendo el otro, es más abierto. A mí me cambió en la relación con mi equipo, ahora estoy más cerca, es todo más horizontalista”, explica José Anchorena, el director de desarrollo económico. “Es muy Google, ¿no?”, dice una de las empleadas. “La gente se siente bien y está en un ambiente que le gusta, ameno, colorido. Hay un estudio que lo dice, que cuando la gente se siente así produce más. Por eso Google trata así a sus empleados, tomamos eso”.

core businness
“No no, yo no milito en el Pro, lo mío es profesional, soy un técnico. O sea voy a votar al Pro pero yo soy un técnico acá. Te lo digo orgulloso”. El que habla es Andrés Domínguez, un joven de veintipico. Está entusiasmado. Hace algunos días fue uno de los que le presentó a Mauricio Macri la “propuesta de política agroindustrial”. Andrés trae una copia del proyecto y una chica que trabaja en prensa facilita una carpetita de solapa amarilla que dice “Pensar”. “Guardalo acá”, sugiere. Las hojas abrochadas dicen: “Este documento contiene el resumen de tres años de trabajo de la fundación Pensar y Pro en temas de agroindustria. Se presentan brevemente los ejes de nuestra visión del país, donde la agroindustria es un verdadero motor para el desarrollo. Luego se explicitan nuestras propuestas de gobierno y se ponen a disposición documentos técnicos que explican y fundamentan dichas propuestas. Esta visión y estas propuestas son nuestros compromisos de política pública hacia el período 2015-2019”.

A continuación, una lista de nombres bajo el título “Área de Agroindustria-Equipo Planes de Gobierno”, entre los que se encuentran, entre otros, Luciano Miguens, ex integrante de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y secretario de Agricultura entre 1991 y 1993 y luego en 2001. Esta propuesta, que fue presentada en Expoagro y en la exposición de la SRA, incluye 13 ítems en un tono por demás coloquial: “En nuestro proyecto de país pretendemos ser una potencia exportadora, y eso requiere un horizonte claro para que cualquier actor de la cadena pueda exportar sin trabas ni arbitrariedades (…) Nos comprometemos con la eliminación de todas las trabas de hecho y de derecho existentes en la actualidad a la comercialización interna y externa de alimentos y otros productos e insumos agroindustriales, esto incluye la eliminación de precios sugeridos y precios máximos (…) Proponemos la eliminación de los derechos de exportación de todos los granos, cereales y sus subproductos”. Otro capítulo importante es el de la macroeconomía: “queremos bajar la inflación, recomponer las relaciones de Argentina con el mundo, tener una relación normal con los bancos de crédito y con los mercados”.

“El core business de la Fundación es llevar adelante los planes de gobierno y los equipos para un eventual gobierno nacional de Mauricio 2015 y ese es un trabajo técnico”. Habla el director ejecutivo de la fundación, Miguel Braun, todos le dicen Mike. Explica que el think tank se nutre de especialistas que quieren colaborar y mucho trabajo voluntario, además de la planta estable. Algunos trabajan en el Gobierno de la Ciudad, otros son ex funcionarios y otros se acercaron por voluntad propia sin tener una pertenencia partidaria. Unas 300 personas participan de algún modo y todos conforman alrededor de 30 grupos de trabajo en los que elaboran propuestas de gobierno para cada área específica. Braun aclara varias veces que todos los planes que elabora Pensar son nacionales y ninguno se utiliza para la gestión actual de Macri en la ciudad. Al mismo tiempo, explica que la fundación también hace “un trabajo político de colaborar en el armado del partido. El Pro está en un proceso de expansión territorial, tiene candidatos en algunas provincias y la fundación acompaña al armado partidario en las provincias formando equipos técnicos, llevando especialistas a dar charlas y publicando notas en la prensa”.

Legalmente Pensar existía desde 2005 y le pertenecía al actual diputado Jorge Triaca, pero en 2010 hubo un cambio de estrategia y de mando y el otrora espacio de investigación se convirtió en la usina de ideas. La mayoría de los que son parte de los equipos técnicos de la fundación son parte del Gobierno porteño. Iván Petrella, actual legislador, es el director académico; la diputada nacional Laura Alonso es parte de los equipos técnicos; el subsecretario de Transporte, Guillermo Dietrich, es el coordinador del equipo del área de transporte; el diputado nacional y ex presidente del Banco Ciudad Federico Sturzenegger es el coordinador del área de macroeconomía. En el consejo de administración de Pensar, todos son del Pro: el presidente honorario es Mauricio Macri; el vicepresidente es Humberto Schiavoni, presidente del partido Pro; Marcos Peña, la mano derecha del jefe de Gobierno es el secretario. En el cargo de vocales está la vicejefa porteña y gobernadora electa bonaerense, María Eugenia Vidal; el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta; los ministros Esteban Bullrich (Educación), Daniel Chaín (Desarrollo Urbano), Andrés Ibarra (Modernización), Hernán Lombardi (Cultura), Emilio Monzó (Gobierno); los senadores Gabriela Michetti y Diego Santilli; los diputados nacionales Sergio Bergman, Federico Pinedo, Gladis González y Jorge Triaca; el ex jefe de la policía metropolitana Eugenio Burzaco; Nicolás “Nicky” Caputo, uno de los mejores amigos de Macri y el hombre más influyente en su mesa chica; el director de Comunicación Matteo Goretti; el ex presidente de la Sociedad Rural Luciano Miguens y el filósofo Alejandro Rozitchner. La primera plana del Pro es parte de la ONG que funciona como una especie de manto de piedad en donde las internas se neutralizan en función de la premisa “Macri Presidente”. Es el propio jefe de Gobierno quien más usufructúa los beneficios de las relaciones y la plataforma de Pensar, quien suele vincularse con otros organismos internacionales y con referentes políticos de otros países. Esto le permite al ex presidente de Boca entablar vínculos (incluso hasta para aportes de campaña) e instalarse en el exterior como “el elegido”. Según un informe de la Universidad de Pennsylvania en enero de 2013, la Fundación Pensar se colocó entre las mejores usinas partidarias de Latinoamérica y en el puesto 19 en el ranking de think tanks afiliados a partidos políticos. “Este reconocimiento es muy importante, porque demuestra que Mauricio Macri es el único líder político y el PRO el único partido político que posee un think tank reconocido a nivel mundial”, dijo en su momento Cabrera.

culpable por asociación
“Primero tenés que tener una temática importante: ponele, ‘energía’ que es un gran problema que tenemos. Entonces nos preguntamos ´¿qué hacemos con la energía si somos gobierno?´. Ahí aparece un coordinador: una persona que va a empujar, va a convocar y reunir a la gente experta en la materia. Y ahí empiezan a hacer un borrador: el diagnóstico es este, las mejores prácticas mundiales son estas, las propuestas de la Argentina son estas. Una vez que está ese borrador, se invita al equipo que lo armó y se suman los referentes políticos de esa área y a especialistas neutrales, digamos, que pueden ser de otros partidos o directamente de ninguno y se vuelve a discutir el documento. Una vez que se discute el documento, se hace una nueva versión y la siguiente etapa es ir con gran parte de la gente que armó el documento y los comentaristas independientes a presentárselo a Mauricio en una mesa grande, entre 20 y 30 personas”. El que explica y desglosa el paso a paso de cómo se elabora cada plan es José Anchorena. Todo tiene que funcionar bajo un diseño de etapas calculadas, en el que ningún paso se puede saltear.

Hay tres grupos de trabajo. El área de “productivas y económicas”, esto es, industria, agroindustria, energía, servicios públicos, macroeconomía; el segundo es “sociales”, educación, salud, vivienda, juventud y diversidad, y, por último, las “institucionales” que contempla relaciones internacionales, justicia, derechos humanos, entre otras. Hasta ahora, se le presentaron a Mauricio Macri alrededor de 13 planes, otros 30 están en la etapa “borrador” y unos 20 van por la etapa de “debate con los referentes independientes”.

“Si quiero puedo salir de acá y votar a UNEN, no se enteran ¿entendés?”. La militancia no es una palabra que gusta mucho en el equipo amarillo. “Entiendo la militancia en un sentido amplio. Hay gente que quiere contribuir para tener un mejor plan de gobierno y ven que acá se trabaja bien, pero eso no implica que tenés que estar afiliado al Pro para trabajar acá y no tenés que ir a pintar paredes. Pero yo sí veo que venir a trabajar acá es una forma de militancia política. Estás poniendo tu tiempo para proyectar el país en el que te gustaría vivir”, reflexiona Mike Braun. La charla sigue y se posa en el tema de la ideología. Por caso, el ex presidente de la Fundación Pensar y legislador porteño dijo en una entrevista a La Nación que “el Pro es la fuerza más progresista de la Argentina”; pero por el contrario, en otra entrevista, la ex diputada Paula Bertol, actual directora de la escuela de formación de dirigentes políticos del Pro, fue contundente cuando manifestó en la revista Veintitrés que “El Pro es un partido de centroderecha”. Dice ahora, el director ejecutivo de Pensar: “Yo creo que hablar de izquierda y derecha es medio antiguo, es más complejo todo. La identidad política es multidimensional. Hay gente que le preocupa más lo ambiental, gente que le preocupan más las instituciones, gente que le importan los pobres, entonces es muy difícil decir ‘este es de derecha y este de izquierda’. Pero digamos, para mí, internacionalmente, el Pro se parece a partidos de centroizquierda democráticos corridos al centro. Me parece mucho más parecido el Pro a lo que propone Michelle Bachelet y Ricardo Lagos en Chile. Pero cuando ves el apoyo electoral que tenemos, ahí si podemos decir que el voto al Pro está más asociado a la centroderecha. Mauricio es un tipo liberal desarrollista. No diría que es de derecha”.

En octubre de 2010 se llevó a cabo la segunda edición del “Campus FAES”, un seminario organizado por la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales –el think tank de la derecha española que dirige el ex presidente José María Aznar–, el anfitrión fue Mauricio Macri y fue patrocinado por la Fundación Pensar y la Fundación Libertad de Rosario –otro epicentro de ideas conservadoras. Según reflejó el periodista Carlos Romero en una crónica para el diario Tiempo Argentino, se trató de “un evento internacional en el que políticos, economistas, periodistas y empresarios se convocaron para defender los valores y el estilo de vida occidental, reafirmar la hegemonía del capital privado y rechazar la injerencia pública en los asuntos del mercado. Desde exégetas de los golpes de Estado y nostálgicos de los 90 y de consejos del FMI, hasta líderes de opinión escandalizados por “la Ley de Medios K” o gurúes que advierten sobre “la amenaza del populismo en la región”, el más amplio espectro de la derecha –el de rostro desencajado y el de refinado academicismo– tuvo sus tres días de fama en el Campus FAES 2010”.

El escenario fue la legislatura porteña y por allí desfilaron, además del ex mandatario español, el director ejecutivo de la Fundación Ecuador Libre, Pablo Arosemena Marriott, la ONG que había alentado la versión de que el ataque al presidente Correa en el cual casi pierde su vida fue solo “una huelga policial y no un intento de golpe” y también dijo presente el venezolano Antonio Ledesma Díaz, alcalde metropolitano de Caracas cuya concepción sobre el ex mandatario se podría resumir en “Chávez es la suma de todos los males”. De los disertantes locales, además del jefe de Gobierno porteño, tuvieron su lugar la entonces diputada nacional Gabriela Michetti, el director de la Fundación Pensar, Cabrera, el ex presidente Eduardo Duhalde y el diputado Francisco De Narváez, cuando aún los lazos con el Pro pasaban por un buen momento. Sin embargo, el personaje que más llamó la atención y suscitó repudios fue Vicente Massot, que encabezó la mesa “La libertad de prensa, bajo amenaza”. Massot, dueño del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, apologista de la dictadura, está imputado por coautor del homicidio de los obreros gráficos Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola.

—Hubo una polémica hace algunos años por la presencia de Vicente Massot en un seminario de FAES
—¿Massot? ¿Fue a uno de los seminarios?, preguntó Braun buscando la mirada cómplice de sus compañeros.
—Sí…
—¿No te estarás confundiendo con alguno que organizó la Fundación Libertad?
—No.
—No me suena, igualmente hay una línea de relato periodístico muy simpático que es el de “culpable por asociación”, esto es: FAES, Aznar, Franco, Hitler, Fundación Pensar. Esto es ridículo. O sea, organizamos un seminario, hay una idea de que hay gente que se junta y piensa cosas satánicas y no es así. Hay una relación cordial con ellos, hemos hecho algunos eventos y hay un tema de cordialidad. Creo que muchas veces se exagera el valor y el peso que tienen esos vínculos; concluyó Braun
—Tenés razón que nos pusimos a la defensiva –acota Hernán Iglesias Illa, el nuevo director de Estrategia de la Fundación–, pero hemos percibido que por ejemplo los de la Fundación Libertad son gente que tiene una postura más claramente ideológica que la nuestra y nosotros tratamos de no enfatizar las diferencias ideológicas, tratamos de “despolitizar” en el sentido de que no damos la batalla cultural semanal diaria.
—Esto es una casa de estudios, somos más académicos. No vamos a salir a pegarles a La Cámpora, entendés, no tenemos ningún problema con nadie –concluyó otra de las empleadas de la Fundación y agregó–, sino, no estarías vos acá.

Tali Goldman

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