Argentina lidera el ránking mundial de endeudamiento.



Es difícil explicar a quién no es argentino como está sucediendo el desastre macrista en el mismo país que fuera tapa de los diarios del mundo hace menos de 20 años por su quiebra y bancarrota. Las imagenes de los saqueos y los ataques populares a los edificios de los bancos recorrieron el mundo adosadas a los nombres de "FMI", "dólar", "fuga" y "corralito". El robo fue tan grande e impune que no sólo fueron incautados los depósitos de los ahorristas sino que fueron violadas hasta las cajas de seguridad de los bancos que se llevaron el dinero a sus casas matrices del exterior.

Es difícil explicar que aún hoy, después de más de dos años gobierno macrista que implicaron una devaluación del (hasta ahora) 200%, tarifazos en servicios públicos superiores al 1000%, déficits comerciales superiores a los u$s 8500 millones, endeudamiento externo de u$s 200.000 millones, aumento de desempleo, cierre de industrias, despidos estatales, recortes jubilatorios, excención de impuestos a las empresas y soberanía entregada al FMI , es difícil explicar que aún exista un porcentaje de habitantes que no perciba el saqueo, aún multiplicando sus esfuerzos y reduciendo sus gastos y bienestar.

No es todo. Dentro de ese porcentaje existe un núcleo de habitantes que cree que la política económica aplicada es un remedio que traerá mejoría futura. Sí, en el país del 2001, en el país del "que se vayan todos", en el país del "corralito", en el país del "saqueo".

El mundo mira azorado a la Argentina gobernada por un empresario que suma cantidades de cuentas y sociedades offshore, blindado por el monopolio de prensa más grande de Latinoamérica, que aplica políticas de salvaje apertura y eliminación de controles cuando el mundo se cierra y que a través de su brazo judicial y los servicios de inteligencia persigue, amenaza y encarcela opositores aún sin debidos procesos.

Los números de Argentina no sólo son récords en su propia historia (endeudamiento, fuga, déficits, tarifazos), sino que son récords mundiales que se publican en los portales económicos internacionales. Y aún aquí, en Argentina, existe una importante porción de habitantes que no sospecha.

Argentina es la economía emergente que más deuda externa emitió a nivel mundial. La consultora financiera Bloomberg lo viene publicando en sus ránkings desde principos de 2017, cuando la administración Macri, aún sin cumplir dos años de gestión, ya quebró el récord de endeudamiento.

Las emisiones de deuda en moneda extranjera realizadas por la administración Macri superan a las realizadas por otros países que desde diciembre de 2015 recurrieron con frecuencia al mercado financiero internacional, como China, Corea, México, Arabia Saudita, Indonesia, Rusia y Turquía. Incuso en el listado internacional también aparece la provincia de Buenos Aires, en manos de la imagen de María Vidal (PRO), que emitió deuda por más de USD 12 mil millones, un número superior a lo emitido por India, el sexto PBI del planeta.



La contracara del proceso de endeudamiento es la fuga de capitales. Los datos del Banco Central muestran que, durante los primeros ocho meses de 2017, la fuga de capitales trepó a USD 30.117 millones. Si se le suman los USD 8671 millones por turismo, la salida de capitales acumulada en el año 2017 llega a 38.788 millones de dólares. Esto significa que, hasta entonces, la fuga insumió 89 de cada 100 dólares ingresados en las emisiones de bonos y 79 de cada 100 dólares acumulados en las reservas internacionales informadas por el BCRA a finales de septiembre 2017.

La deuda externa sigue creciendo y según los propios datos de la administración Macri (que cerró e intervino el INDEC para cambiar todos los métodos estadísticos), el país se endeuda a razón de USD 213 millones por día, de los cuales USD 165,3 millones diarios fueron contraídas por el Estado y el Banco Central. 

Todavía existe en Argentina un amplio sector de población que no cree que el país vive un saqueo histórico a los ojos del mundo. Casi como en 1978, cuando aquí veíamos el Mundial por TV en blanco y negro y la flamante central de ATC (TV Pública) transmitía al mundo en colores.

Alejandro Carnero.

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