Macri - Kirchner: Modelos antagónicos.


El deterioro en las condiciones de vida de los segmentos medios y bajos es tan contundente que finalmente terminaron erosionando la base popularidad de la gestión macrista, aunque aún con niveles de aceptación en torno al 40%, muy por sobre lo esperable en función del daño social que el ajuste neoliberal ha impreso sobre los sectores populares en un solo año.

Inédito nivel de deterioro desde que tenemos memoria en democracia, que por señalar un solo indicador relevante el economista Andrés Asiain señaló que en el 2016 los trabajadores que ganan un salario vital y móvil perdieron un salario mensual. "La evolución de los salarios y los precios fue muy diferente, mientras que toda la primera mitad de año los precios pegaron un salto muy fuerte y después aumentaron pero más leve; el salario toda la primera mitad del año se movió muy poquito", estimó quien encabeza el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortíz (CESO).

Esta erosión increíble del salario, unida a los 80 despidos por hora que se producen desde que asumiera Mauricio Macri nos relevan de mayores comentarios respecto al salvajismo del ajuste.

La pregunta entonces no es si hay deterioro en la popularidad de la gestión y la imagen del presidente, sino cómo es que no hay más deterioro que el actual.

La respuesta no surge de ninguna encuesta, como casi nada surge de encuestas. Sucede que el nivel de polarización de la opinión pública se mantiene inalterable respecto al año 2015 cuando a la hora de votar los argentinos se partieron en dos.

Esta circunstancia produce dos efectos en apariencia paradojales pero que explican la actual dinámica de opinión pública.

Por el lado de la oposición da volumen creciente a la figura de Cristina Kirchner que se ubica de manera nítida como única oposición real al ajuste neoliberal que encarna el gobierno.

Apoya Cristina su firme liderazgo sobre un amplio segmento ciudadano que toma fuerte preferencia por la ex Presidenta, en especial menores de 40 años (que representan el 50% del electorado) y sostenida por el respaldo de 12 años de gestión kirchnerista de crecimiento con inclusión social, su popularidad notable hasta el último día y la persecución mediática y judicial a la que es sometida desde el primer día del gobierno neoliberal.

En segunda instancia el efecto combinado que promueve la polarización sostenida de la sociedad es el mantenimiento de la figura del presidente Macri como única alternativa a Cristina Kirchner, recostado en el discurso de la “pesada herencia”, propalado con sagrada furia por todo el sistema de medios oficialista, esto es la mayoría de los medios privados y adicionalmente los públicos.

Este nivel de polarización sostenida, configura entonces un mecanismo de amortiguación de la caída de popularidad de la gestión gubernamental y la imagen del presidente Macri, configurando un mecanismo del que el oficialismo hace uso y abuso, que sin duda tiene fecha de vencimiento aún incierta, pero seguramente objetivable en el curso de este año 2017, año electoral.

No hay anticipación posible a las elecciones venideras, salvo que sí sabemos que la dinámica electoral muy probablemente este signada por la polarización que acompaña el estado actual de opinión pública a nivel nacional y que en este contexto binario, las alternativas irreconciliables que se referencien en el presidente Mauricio Macri o en la ex presidenta Cristina Kirchner serán las que compitan con más chances de éxito en cada distrito.

La perspectiva de cara a las elecciones del año entrante señalan que habrá poco espacio para las terceras alternativas, en sintonía por otra parte con la dinámica electoral regional y que está presente en la mayoría de las democracias occidentales impactadas por la crisis de la globalización post Lehman Brothers.

Democracias post crisis cuya característica distintiva es la polarización creciente del electorado en dos modelos antagónicos y el colapso de las terceras vías, dispositivos electorales muy eficaces desde finales de los años ochenta del siglo pasado hasta mediados de la primera década del siglo XXI, pero ya en franca decadencia.

Artemio López.

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