La Argentina vuelve a someterse a la revisión de su economía en el marco del artículo IV del estatuto del FMI. El Gobierno piensa que de ese modo facilitará la reducción de la tasa de interés de la nueva deuda. La misión tiene un maratón de reuniones hasta el miércoles próximo.
Los técnicos del Fondo Monetario Internacional comenzaron ayer su agenda de reuniones en el marco de la revisión de la economía nacional que prevé el artículo IV del organismo. La última vez que el FMI había jugado ese papel fue a mediados de 2005. A partir de allí el kirchnerismo canceló la deuda del país con la institución de crédito y frenó las visitas de auditoria para evitar que se amplifique la usina de pensamiento ortodoxo que trajo en el pasado inmediato consecuencias nefastas. En su afán por reinsertar a la Argentina en el círculo mimado por el establishment global, el Gobierno estrechó lazos con el FMI.
“Esta semana, después de 10 años, está visitando el país una misión del FMI para cumplir con el Artículo IV, como ocurre en cualquier país normal. Queremos volver a ser parte del mundo y cortar con el aislacionismo”, dijo el presidente, Mauricio Macri, desde Nueva York, a la espera de la Asamblea General de las Naciones Unidas. “Estamos reconstruyendo la relación con la Argentina”, señaló el jefe de la misión del Fondo, el economista Roberto Cardarelli, luego de una reunión que mantuvo en la sede de la Unión Industrial Argentina (ver aparte).
La relación con el FMI no estaba totalmente cortada. De hecho, en los últimos años los técnicos del organismo vinieron al país varias veces y se reunieron con las autoridades de ese momento del Indec para analizar las estadísticas oficiales, luego de la moción de censura sobre el índice de precios al consumidor y el PIB que aplicó el Fondo. Sin embargo, esta visita es un salto hacia adelante en el vínculo.
El primer efecto del acercamiento al FMI es de naturaleza política. “El Fondo es la expresión de la derecha en el sistema financiero, tiene un discurso ordenador. Es como los viejos clubes de la élite que exigían para ingresar saco y corbata. Si no tenes, te lo prestan aunque te quede mal”, graficó el economista Arnaldo Bocco. El saco y la corbata es la auditoria del artículo IV. Bocco fue director del Banco Central y presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE). También se desempeñó como director del Banco Ciudad por la oposición al delarruismo porteño en los 90 y contó una anécdota ilustrativa sobre el rol de los organismos financieros en ese momento. “En 1998 el gobierno porteño de Fernando de la Rúa le hacía decir al Banco Mundial que había que privatizar el Banco Ciudad. No sería raro que el Fondo diga cosas que el gobierno de Macri quiere instalar. De todas formas, el FMI también tiene que ser cuidadoso porque sufrió un gran desprestigio después de no haber previsto el estallido de la convertibilidad”, indicó.
El italiano Cardarelli revisará durante una semana los números de la economía, la metodología del nuevo IPC y del cálculo del PIB y mantendrá encuentros con los integrantes del gabinete económico: Alfonso Prat-Gay (Hacienda y Finanzas), Francisco Cabrera (Producción), Jorge Triaca (Trabajo) y Federico Sturzenegger (BCRA). También se reunirá con el secretario de Finanzas, Luis Caputo y el titular del Indec, Jorge Todesca. El cierre de la misión estará a cargo de Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, los días 27 y el 28 de este mes. En ese momento quedará perfeccionada la vuelta del país a las revisiones del artículo IV.
En el Gobierno esperan que el informe del Fondo tenga en general un tono amigable, con elogios sobre el pago a los fondos buitre, el levantamiento de las restricciones a la compra de dólares y al flujo de capitales. Difícilmente hable del blanqueo de capitales, que no viene cumpliendo con las expectativas oficiales. Por el lado del debe, el FMI desempolvará el viejo recetario que aplica en todo el mundo pero tenía hace tiempo guardado para el caso argentino. Advertirá que el Gobierno debe insistir en el “fortalecimiento” de la posición fiscal, es decir, en bajar el gasto público. También pondrá el foco sobre la inflación. Los funcionarios del Fondo se reunirán además con economistas y dirigentes de la oposición. A fin de mes, Werner cerrará su visita al país en el seminario anual de la ultraliberal FIEL.
Como el país no busca en el corto plazo financiamiento del Fondo, las recomendaciones del organismo tienen un carácter simbólico. Implicarán para el Gobierno otra voz de legitimación de su política económica, de manera similar a cómo funcionó el Foro Económico para atraer inversiones, donde los empresarios celebraron las medidas del macrismo. Si el Fondo insiste en la necesidad de mejorar las cuentas fiscales, el Ejecutivo contará con un nuevo aval para encarar ese camino. La revisión del artículo IV permitiría que el Fondo levante en noviembre la moción de censura que afecta a las estadísticas oficiales.
En términos estrictamente económicos, el Gobierno sostiene que a partir de someterse al artículo IV y el aval definitivo a las estadísticas oficiales bajará en alguna medida el costo del financiamiento para la Argentina en el exterior. La economista Marina Dal Poggetto, del Estudio Bein, explicó a este diario que “la revisión del artículo IV se hace en todos los países. Mientras no se apele al financiamiento de parte del Fondo, no creo que ese informe tenga consecuencias sobre la tasa. En un mundo de tasa cero, Argentina todavía paga una prima de riesgo por sobre economías vecinas. Esa prima se irá achicando pero no me parece que el artículo IV tenga que ver”. Bocco agregó que la revisión puede destrabar algún crédito desde el Banco Mundial o el BID y mejorar las perspectivas de colocación de las reservas del BCRA en bancos europeos.
Hacer el amor con el FMI
El regreso de las auditorias anuales del FMI tiene una carga simbólica y política debido a la traumática historia que une a la Argentina con ese organismo financiero multilateral. Simbólica por lo que ha significado la acción del Fondo como entidad tutelar de la economía. Política por la relación de subordinación de gobiernos mendigando paquetes financieros de auxilio para garantizar el pago a los acreedores con estrategias de ajuste, hasta que a comienzos de enero de 2006 se canceló la totalidad de la deuda con ese organismo para quitar su bota opresiva sobre el país. Hoy, en cambio, el regreso del FMI en términos económicos no significa ningún retroceso ni alteración de las actuales condiciones económicas. No lo es porque la orientación económica del gobierno de Mauricio Macri coincide con las recomendaciones habituales del FMI en la necesidad de instrumentar una política de ajuste, desregulación, privatización y apertura comercial.
La cuestión central no es el desembarco de un grupo de tecnócratas de Washington, recibido con entusiasmo por diferentes actores económicos y políticos, incluso por sectores que serán víctimas del neoliberalismo que postula, por ejemplo industriales reunidos en la UIA. El aspecto relevante es precisamente esas políticas que derivarán, de acuerdo a experiencias pasadas en Argentina y en América latina y presentes en Europa, en retrocesos en las condiciones sociales, laborales y económicas de la mayoría de la población.
El vínculo con el FMI no es bueno o malo en sí mismo. Argentina es miembro pleno de ese organismo multilateral. Lo importante es cómo se define el nexo. Después de años de una relación muy distante, el anterior gobierno había comenzado una estrategia de acercamiento a través de un acuerdo de asistencia técnica para la confección de indicadores estadísticas en el Indec. Esa recuperación del diálogo a nivel técnico no significaba cambios en la orientación de la política económica. Esta era opuesta a las recomendadas por el Fondo e implicaba el cuestionamiento de las bases teóricas y de los resultados de la ortodoxia económica. Ahora, con la política económica de Macri, el regreso del FMI es el reencuentro de una pareja que vuelve hacer el amor después de años de ausencia.
Alfredo Zaiat, Página 12.
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