Difícil de entender y aún más de explicar, la campaña electoral del presidente en funciones y su "sí, se puede", absolutamente disociada de la política diaria y hasta de la realidad socioeconómica argentina, no deja de preocuparnos. Menos por sus dineros estatales derrochados y tiempos ejecutivos perdidos que por una lectura de esta nueva, cara y perseverante campaña de comunicación engañosa.
Los días de Alberto Fernández en el poder no serán fáciles y tendrá que transitar un camino sembrado como campo minado. Los gerentes PRO se están encargando de estirar los tiempos de una inminente explosión que explotaría en manos del candidato kirchnerista.
Grandes inversores locales y fondos de inversión de Wall Street también observan la (llamativa) coincidencia entre analistas tan disímiles como Domingo Cavallo y Emmanuel Álvarez Agis: a la hora de trazar escenarios posibles para los próximos meses, ninguno excluye la alternativa de una espiralización de la crisis.
Domingo Cavallo escribió en su blog que "el Banco Central ya ha comenzado a perder el control de la emisión monetaria y este fenómeno se acentuará apenas se produzca el vencimiento de las LECAPs y las LETES cuyos plazos fueron prorrogados entre tres y seis meses". Aunque cerca de Alberto Fernández niegan terminantemente que el exministro mantenga el predicamento que supo tener sobre él, en el establishment están convencidos de que todavía dialogan. Por eso el veterano padre de la convertibilidad reunió a pesos tan pesados en la conferencia que ofreció casi de incógnito en la Academia Nacional de Ciencias de la Empresa.
El exministro (Cavallo) también advirtió que habrá que defaultear los bonos en dólares que "reperfiló" Lacunza apenas venzan los plazos de entre tres y seis meses que estableció como prórroga. Y que mientras tanto habrá que apretar un poco más el control de cambios. "Todas estas precauciones persiguen evitar que la hiperinflación se desate en la transición entre el gobierno saliente y el que resulte elegido, pero no aseguran que no se vaya a producir durante 2020 o 2021", añadió, sin el mismo poder de síntesis que Melconian en 2017 pero con similar contenido.
Por su parte, Alvarez Agis plantea otro panorama poco alentador. En su escenario optimista, la actividad económica 2019 cae 3,5% y el 2020 otro 2%. Las arcas públicas cierran 2019 con un déficit de 1,3% del PBI, bastante alejado al 0,5% del PBI que esperan el FMI y el Gobierno. En 2020 ese déficit se estira a un 2% por menor actividad y recaudación. El agujero fiscal en pesos se financia con mayor emisión monetaria, como ya está haciendo Sandleris. A diferencia de Cavallo, Agis no cree que eso pueda gatillar una híper sino apenas una brecha mayor entre el dólar oficial y los distintos paralelos.
El escenario pesimista de Agis no es una hiperinflación sino una serie concatenada de eventos hostiles: defaults descontrolados, devaluaciones y nuevas corridas. La actividad económica, en ese escenario, cae a ritmo de dos dígitos hacia abismos parecidos a los de 2002. Lo que más sobresaltó a quienes escucharon sus últimas conferencias reservadas no fue lo duro del este escenario pesimista sino las probabilidades de ocurrencia que le asignó: 70%, frente a 30% del optimista.
La renegociación de la deuda promete convertirse en el nudo gordiano de la próxima gestión presidencial. ¿Qué le daría el FMI al próximo gobierno? Si fuera por su staff y sus jerarcas, absolutamente nada y lo que supieron esta semana dos de los economistas del Frente de Todos de fuentes del Directorio es que los técnicos del organismo tampoco querían darle a Macri el mayor crédito standby de la historia. Hicieron todo lo posible por frenar el primer acuerdo y después su ampliación, pero que se impuso el criterio del accionista mayoritario, Estados Unidos, que emitió la orden a través del Tesoro: Había que sostener a Macri como tapón contra el regreso de lo que en Washington, hasta hace poco, no distinguían demasiado de Nicolás Maduro.
Alejandro Carnero / Alejandro Bercovich
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