La conversación Alberto Fernández - Macri.


A una semana de su desdicha, el Presidente Maurizio Macrì comienza a comprender lo sucedido. Esto explica la eyección del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, tal como le había sugerido el candidato triunfante Alberto Fernández, y su reemplazo por Hernán Lacunza. No fue el único cambio del que hablaron: Alberto también opinó que había pasado la fecha de vencimiento del jefe de gabinete Marcos Peña Braun. Pero este reemplazo es más complicado y hasta ahora no se produjo.

Macrì deambula con las piernas de gelatina, trastabillando, recostándose contra las sogas, aferrado al cuerpo del rival e incluso a sus rodillas. A diferencia de lo que sucede en un match de box, e incluso de algunas lides políticas, el adversario no busca que caiga, sino sostenerlo para que no se desplome. Desde la transición entre Raúl Alfonsín y Carlos Menem en 1989, la educación presidencial es un tópico para politólogos: la hiperinflación de ese año le estalló en las manos al padre de la democracia, pero el mensaje no iba dirigido al mandatario saliente sino al entrante. Los organismos internacionales de crédito y los grandes bancos acreedores afeitaron en seco al Presidente radical para que su sucesor peronista entendiera qué le esperaba si no hacía lo que ellos esperaban de él. El mensaje fue comprendido.

Pero no harán lo mismo con Macrì y, por ahora, prefieren el camino de la seducción con el futuro Presidente. De un lado, porque temen que una eventual desestabilización de Alberto abra el camino para el regreso de Cristina, que es lo que más aborrecen. Del otro, porque aún se ilusionan con meter una cuña entre ambos.

El domingo de depresión, el lunes de furia, el miércoles de enmienda son fases del mismo ciclo. El Calabrés, como lo llaman sus íntimos, puede pedirle prestado un personaje distinto cada día a Capusotto, pero el fondo es invariable. Sólo tiene empatía hacia su propio dolor, como el ministro con síndrome de Asperger que integra su gabinete en una de las materias más delicadas (y lucrativas), y nadie lo convencerá de que no tiene razón. La especulación electoral de sus últimas medidas económicas es un indicio irrefutable de su reluctancia a la realidad. Fue Rogelio Frigerio, con la ayuda de su compinche Emilio Monzó, quienes el jueves difundieron que él iría a Hacienda en lugar de Dujovne; que Mario Negri lo sucedería en Interior y que Micky Vainilla sucedería al padrino de la derrota en la jefatura de gabinete. En los últimos días Pichetto parece el acompañante terapéutico del Presidente, aunque su expresión es tan sombría como la de su compañero de ex fórmula. Cuando pegó el salto, un compañero le escribió: «Miguelito, 45 años en el peronismo, para terminar velado en un local del PRO».

Una voz en el teléfono
Cuando Macrì envió un mensaje de texto, Alberto le respondió al terminar su clase en la Facultad. Hablaron por teléfono. Macrì le pidió que lo ayudara a frenar la carrera del dólar y Alberto accedió. Él a su vez le sugirió que hablara con el Fondo Monetario.

—Eso mejor que lo hagas vos— replicó Macrì.

—A mí me van a consultar y les daré mi opinión, pero hasta diciembre vos sos el Presidente, y como han incumplido todo el programa tenés que hablar con ellos.

—No incumplimos nada el programa.

—¿Qué me estás diciendo? No cumplieron la meta de inflación, no cumplieron la meta cambiaria, cierran el año con 1,7% de déficit fiscal.

—Hemos hecho todo lo que nos comprometimos.

—Hay dos posibilidades. Decile a Dujovne que no te mienta más, o sentate a leer el acuerdo y después me decís qué cumplieron.

—Me alegro de que podamos hablar, valoro tu gesto— dijo el Presidente que se va.

—Y estaré disponible en forma directa cada vez que lo consideres necesario.

—Con tu compañera era difícil hablar.

A la segunda vez que Macrì se refirió a Cristina, Alberto lo interrumpió:

—Te llamé porque querías pedirme un favor, no para escucharte cuestionamientos a Cristina.

El diálogo siguió con el pedido de ayuda para frenar el descontrol cambiario. Alberto accedió pero quiso puntualizar las causas de lo que sucedía.

—El lunes dijiste que esto pasaba porque los mercados estaban asustados por nosotros y culpaste a quienes nos votaron. Ustedes son los responsables de lo que sucedió. De tanto insistir en que somos Venezuela, parece que los mercados les creyeron.

—Pero yo no dije nada de eso.

—En estos tres días no dijiste, pero llevás seis meses haciendo campaña con eso.

—Sí, pero Cristina es amiga de Chávez.

—¿Qué tiene que ver Chávez, que murió hace seis años?

—Ella le pidió plata prestada.

Ya muy molesto, Fernández cortó este diálogo absurdo con un Presidente alienado de la realidad:

—Pero, ¿qué estás diciendo? Cristina nunca le pidió nada a Chávez. Fuimos Néstor y yo, y una sola vez, cuando se nos cerraron todas las fuentes de financiamiento.

—Bueno, es lo mismo…

-No sabés lo que decís. Te puedo ayudar a calmar el dólar. Para hablar de esto no tengo tiempo.

Macrì le propuso que se tomaran una foto juntos en público. Alberto se negó. Le dijo que ni al propio Macrì le convendría. Acordaron los puntos de la información que daría Macrì , quien tomó nota y cumplió.

La declaración de Fernández efectivamente hizo bajar la fiebre cambiaria. Los $ 60 que mencionó Fernández no eran una cifra deseada ni fantasiosa, sino el nivel anterior más la devaluación sucedida. A despedirse y ya en un tono más sereno, Macrì preguntó si Alberto quería pedirle algo.

—Que le hagas caso al presidente del Banco Central y cuides las reservas. Que actúes como Presidente y no como candidato, que los corras a Peña y Dujovne, porque aparte de que han perdido toda credibilidad, tienen en pie de guerra a tu propio gabinete.

—Esto último no es fácil. ¿Quién querría hacerse cargo en este momento?

Es comprensible. A la inversa, todos quieren verse con Alberto. Por ejemplo, Marcos Galperín, quien hizo el contacto a través de Wado de Pedro y al salir dijo que era muy positivo que lo hubieran recibido. O el periodista más enardecido en la defensa de Macrì y la diatriba contra la oposición, quien llegó a la sede de la calle México disfrazado, con anteojos negros, gorra y bufanda. Cuando repitió por tercera vez sus explicaciones, Fernández cortó esa autohumillación y le preguntó qué quería.

—Mantener el contacto abierto.

—Siempre lo tuviste, hasta que dejaste de llamar porque empezaste a trabajar para Macrì. Llamá cuando quieras.

Más decorosa fue la cita del candidato con el CEO del Grupo Clarín, Héctor Magnetto. Habrá que seguir con atención las páginas y las pantallas del Grupo para atisbar cómo fue ese diálogo, que Cristina conoció con antelación.


El fantasma de la corrida bancaria
Como telón de fondo, la última semana salieron 50.000 millones de pesos de fondos de inversión en la industria, despertando el fantasma de la corrida bancaria y la depresión, fase superior de la corrida cambiaria y la estanflación.

Dujovne pasó días sin aparecer por los lugares que solía frecuentar y algunos de sus colaboradores susurraban que estaba recluido con un ataque de pánico, que es una condición psiquiátrica. El viernes esos y otros colaboradores no tuvieron a quién entregarle los datos que se publican a continuación y que señalan una fuerte caída de los depósitos a plazo fijo, pero también una disminución de los depósitos en dólares, lo cual constituye un escalón más abajo en la ruta de la desconfianza, por decirlo con una palabra cordial.

Hace unos días Dujovne visitó a su hermana en el country del club Hacoaj, reservado a las mayores fortunas de la colectividad judía. Le costaba parar de comer. Estaba angustiado y temía futuras complicaciones judiciales.

Frigerio necesitaba que el presunto cambio trascendiera, para que la idea se desinflara como un globo pinchado, con perdón de la metáfora. El nieto del Tapir quiere irse al BID y le espanta el destino de Jesús Rodríguez, cuya carrera política terminó al asumir el ministerio en plena hiper del ’89. Ahora es un influyente entre bambalinas, al estilo de su compañero Enrique Nosiglia.

Macrì acudió entonces al ministro de Economía bonaerense. Formado con Martín Pérez Redrado en la Fundación Exportar, Hernán Lacunza era en 2003 un entusiasta kirchnerista. Ese año el gobierno de Francia invitó a veinte jóvenes a participar en un curso de formación intensiva. La condición era que tuvieran perspectivas de convertirse en líderes en el futuro y debían ser respaldados por un dirigente consagrado. Lacunza consiguió la recomendación de Néstor Kirchner. Al regreso fue designado gerente general del Banco Central y permaneció allí cinco años, durante las presidencias de Kircchner y de Cristina.

Su tiempo expiró
No está claro si el Presidente ya cayó en la cuenta de que su tiempo se agotó, que no hay octubre ni noviembre para él, como no se cansan de repetir calificadoras de riesgo, bancos de inversión, publicaciones especializadas en Buenos Aires, Nueva York y Londres. Esto se aplica también al Hada Buena, que en Buenos Aires cosechó 300.000 votos más que Macrì, pero perdió por mayor diferencia porcentual ante Axel Kicillof: 18 puntos, contra 16 que Alberto Fernández le sacó al Presidente de salida. ¿Quién se acuerda de los debates del verano sobre desdoblar o no la elección provincial? La probabilidad de que Vidal revierta el resultado en octubre es tan irrisoria como la de Macrì. Por eso el Presidente no tiene reparos en canibalizar su gobierno, como proveedor de piezas de repuesto para el propio.

Peor aún, comienzan a escucharse voces que reclaman el adelantamiento de las elecciones y/o el apoyo a Roberto Lavagna, quien para algunos CEOs tendría más chances que Macrì de llegar al balotaje. Sus íntimos dicen que es no conocer a Macrì, que lo que hoy le da sentido a su vida es ser el primer político no peronista en 91 años en termina su mandato (el anterior fue Marcelo Alvear en 1928). Pero más allá de la motivación personal del Presidente y de las especulaciones de las élites, tampoco Lavagna podría estorbar la victoria de les Fernández y el peronismo reunido. A lo sumo dividiría los votos con el PRO y sus chinchorros y facilitaría una victoria más amplia de Alberto, al estilo de las elecciones de 2007 (Cristina duplicó los votos de Carrió y casi triplicó los de Lavagna) y 2011 (triplicó los de Hermes Binner y quintuplicó los del hijo de Alfonsín). La ex Presidente suele cometer errores tácticos, pero su visión estratégica no tiene parangón.

No era tan difícil
Mi nota del domingo 11 se tituló Por qué gana Alberto y anunciaba que les Fernández vencerían por amplio margen. Varios colegas me han felicitado a partir del día siguiente, cosa que les agradezco.

También me preguntan cómo llegué a esa conclusión. Es bastante simple y puede resumirse en diez razones:

Desde mediados de 2018 me refiero en mis notas al gobierno fallido de Macrì y afirmo que el estallido de la macrieconomía es inevitable, cosa que también afirman otros columnistas de El Cohete a la Luna. La única duda era si la colisión se produciría antes o después de los comicios.
También señalamos que la estrategia de Macrì, de apostar todo a la cotización del dólar como única variable, era un grave error y tenía baja probabilidad de éxito. Hay pocos fenómenos políticos monocausales.
En 2015 Macrì aventajó a Daniel Scioli en el balotaje por 2,68%. Bastaba con que 1,35% cambiara de idea para que se invirtiera el resultado y se advertía en forma ostensible que el viraje sería mucho mayor.
La comparación oficialista con la progresión de sus votos en las tres convocatorias de 2015 carece de sentido. En aquel entonces, para millones de personas Macrì era un desconocido con la promesa fácil. Ahora han transcurrido cuatro años de penurias y mentiras.
Para colmo, en diciembre de 2018 el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne hizo alharaca de su estulticia, alegando en un encuentro patronal público que «en la Argentina nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el gobierno». Lo que no explicó es por qué esta vez habría de ser distinto.
Durante los meses previos se realizaron elecciones provinciales en dos tercios de los distritos del país. El oficialismo sólo se impuso en los tres distritos que ya gobernaba a través de políticos de la UCR que desdoblaron la fecha para arrojar el lastre presidencial. Así y todo, Juntos por el Cambio perdió en esos 15 distritos más de medio millón de votos respecto de la elección anterior. Y registró una serie de derrotas en centros urbanos que antes habían constituido su bastión.
Esto coincidía con las muestras colectivas de repudio y hostilidad hacia Macrì y otros dirigentes del PRO, como el Hada Buena y el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta, que les impidió incluso proseguir con las puestas en escena de la campaña anterior.
Desde marzo, las presentaciones del libro Sinceramente, donde quien acompaña a Cristina es el editor del Cohete a la Luna, Marcelo Figueras, son demostraciones imponentes de multitudinario afecto popular.
Otro tanto ocurre con las recorridas de Axel Kicillof por la provincia de Buenos Aires, donde se despliega un carisma que zanjó sin discusiones la selección del candidato, sin que ningún intendente se resistiera.
Más adelante conocí encuestas artesanales, realizadas con medios precarios por dos aficionados: un abogado argentino y un ingeniero uruguayo, quienes utilizaron los instrumentos standard que ofrece internet, como la App Survey.
Según el abogado argentino, que sólo gastó 55.000 pesos en las encuestas que realizó a través de Facebook, el método es sencillo. “Cuantos más datos podamos obtener de los encuestados, con mayor precisión podremos asignarle un valor teórico al peso de su elección. Alguien que dice haber votado a la izquierda no tiene el mismo peso que un votante de Macri, porque su peso proporcional en el electorado es significativamente menor. Lo mismo sucede en relación a un votante de la Matanza y otro de un pueblo del interior de la provincia. A mayor relevamiento, variedad geográfica y condiciones personales, se tendrá la posibilidad de obtener un resultado más ajustado a la realidad. En nuestra experiencia, la mayoría de los encuestados eran personas mayores que expresaban adhesión a Macri y haberlo votado en 2015 y 2017. Cuando se consultaba en relación a quien había votado en el 2015 y 2017, Mauricio Macri aparecía en distintos sondeos con una participación de 60 puntos aproximadamente y cuando se preguntaba por la actual elección bajaba consistentemente en un porcentual entre el 10 y el 20%. En sentido inverso, el votante del peronismo de 2015 representaba un número que se veía incrementado en un 20% cuando se consultaba sobre la elección del 11 de agosto. A simple vista, sin hacer un examen exhaustivo de la planilla Excel de relevamiento, podíamos advertir que Macri sacaría entre 33 y 34, en tanto Fernández superaría los 45 puntos. Asimismo al prestar atención a los datos revelados, se advertía que no había votantes peronistas de 2017 que votasen al oficialismo, en tanto 6/10 votantes del masismo como 2/10 del oficialismo se pasaban a la oposición. Inclusive la izquierda aportaba casi un 40% de sus votantes al Fernandizmo. El gobierno tenía opciones de derecha que le segregaban votos (Lavagna, Centurión y Espert). Los ex masistas que adherían al gobierno eran de conglomerados de zonas rurales y votantes de Stolbizer”.

El ingeniero uruguayo aclara que él no inventó nada y explica que el primer paso es buscar una muestra representativa del electorado, por distintos criterios, como edad, sexo, lugar de residencia, nivel socioeconómico. En caso de elecciones, se busca que preguntados por el voto en elecciones anteriores se respeten las proporciones de esos resultados. En general las muestras obtenidas online mediante avisos en Facebook e Instagram permiten asegurar las cuotas de edad y sexos, y tanto por lugar de residencia como nivel socioeconómico ajustan adecuadamente. El principal problema hoy de todas las encuestas es la baja cantidad de respuestas y que contesten en proporciones diferentes según la opción que piensan votar. Eso deja para todas las metodologías un nivel de incertidumbre técnicamente imposible de resolver. Las reglas que funcionaron en elecciones anteriores no se aplican necesariamente hacia el futuro. En cualquier caso, un ajuste como el precitado permite una aproximación razonable que ha funcionado empíricamente en Argentina y en el exterior.

El abogado y el ingeniero repitieron la encuesta varias veces en el camino hacia las PASO y obtenían resultados estables y similares entre ellos. La suma de todos esos factores explica mi pronóstico del domingo 11.

La epifanía
El fin de semana del 9 al 11 de agosto Macrì vivió horas de gloria, convencido de la paridad de los resultados que arrojarían las urnas y en el peor de los casos una mínima desventaja fácil de remontar en octubre y eventualmente noviembre, al estilo de lo que sucedió hace cuatro años. El vocero de esa epifanía, en la que se revelaba la victoria luego de un año de tinieblas, fue Peña Braun, no desmentido por Jaime Durán Barba, que apostaba a esa carta con la fuerza del deseo.

Peña Braun difundió desde la Casa de Gobierno una encuesta encargada por el banco brasileño de inversión BTG Pactual, cuyo presidente está detenido desde 2015 por la operación Lava Jato. Las conclusiones de esa encuesta redactada en inglés eran que Alberto y Cristina se impondrían en las PASO por 1,5% pero que perderían en la general por 2,5%.

Una semana antes, el gobierno había divulgado otra encuesta del mismo banco aún más favorable, lo cual provocó también el 26 de julio un alza significativa de bonos y acciones. Quienes sabían lo que sucedería compraron bien temprano y vendieron luego de la subida.

Esta estafa está penada por el inciso 12 del artículo 173 del Código Penal, que se refiere al “titular fiduciario, el administrador de fondos comunes de inversión o el dador de un contrato de leasing, que en beneficio propio o de un tercero dispusiere, gravare o perjudicare los bienes y de esta manera defraudare los derechos de los co-contratantes».

BTG Pactual precede la encuesta con un descargo de responsabilidad. Ese disclaimer dice que el banco utilizó en la encuesta información recogida y procesada por Lynxs Contact Solutions (“Lynxs”), y que ninguna de las compañías del grupo Pactual ni sus directivos serán responsables ante quienes reciban el material o tengan acceso a su contenido, “que sólo tiene propósitos informativos y no fue elaborado para servir de base a ninguna decisión de inversión o de comprar cualquier activo. Tampoco constituye una oferta o invitación a comprar o vender acciones”. Agrega, con preciso conocimiento de la dimensión penal del tema, que “tal como sugirió la Comisión Nacional de Valores de los Estados Unidos (SEC), las encuestas de opinión pública relativas a elecciones o candidatos pueden incidir en los precios de las acciones, así como en las decisiones de los inversores de comprar, vender, o mantener esas acciones. El uso de la información contenida en esas encuestas por parte de quienes tienen acceso a ellas antes de que sean vastamente difundidas en los medios puede ofrecer una ventaja injusta en las negociaciones en el mercado accionario, desde una posición de desequilibrio no tienen ningún vínculo ni preferencia por ningún partido o candidato”.

La pindonga o el cuchuflito de Isonomía
Sin embargo, un informe reservado del Citibank dice que “el viernes 9 se supo de un informe confidencial de Isonomía al Jefe de Ministros en la que se hablaba del triunfo de Cambiemos por 1 punto. Este informe es el que compró el mercado y generó la histeria compradora. El lunes post PASO el derrumbe no fue otra cosa que la histeria vendedora tomando pérdida de los mercados”.

Esta identidad entre Isonomía y Lynxs es bien conocida en el mercado, pero los comunes mortales deben seguir un rodeo para llegar a esa conclusión, porque tanto el gobierno como la encuestadora lo ocultan, con clara conciencia del terreno pantanoso en el que operan.

Cuando se produjo la locura de abril, con el antepenúltimo salto del dólar, la caída de los bonos soberanos y la depresión oficial, el bisemanario Perfil dijo que la encuesta que daba 9 puntos de ventaja a Cristina sobre Macrì había sido realizada por Isonomía. La redactora Rosario Ayerdi presentó a los encuestadores, Juan Germano, Pablo Knopoff y Rodrigo Martínez, viejos compañeros de la universidad Di Tella.

Desde 2009, el mismo trío de emprendores también navega con la bandera de conveniencia de Lynxs SRL, con sede en Mansilla 2677, 5° P; mientras su primera marca, Isonomía, se aloja en Cabrera 6061, también 5° piso.

La división del trabajo es clara. La primera marca le dio en abril 9 puntos de ventaja a Cristina y tembló el gobierno. En agosto el práctico empate técnico y la victoria de Macrì en el segundo tiempo lo firmaron la pindonga y el cuchuflito de Isonomía.

Los Macrì son ilusionistas y virtuosos de las cajas chinas, sociedades que cambian de nombre, que tienen paquetes accionarios cruzados, que se controlan unas a otras o usan varias denominaciones distintas, para perder las pistas. Por eso es tan impresionante que el Presidente y su gabinete hayan creído en los números que ellos mismos encargaron como un booster electoral, con agradable side effect monetario.

¿Quiénes eran los narcos?
Una vez que Macrì se cansó de pedir perdón en un video con teleprompter grabado en Olivos, programó un encuentro con sus militantes en el Centro Cultural Kirchner, que rebautizó CCK y utiliza para sus actividades de campaña. Todos los espectáculos programados en ese bellísimo centro cultural que Cristina se apuró a inaugurar en los últimos meses de su gobierno eran gratuitos. Este mes no era posible acceder a los conciertos de Daniel Barenboim y Martha Argerich sin oblar 2.000 pesos, equivalentes a la propina electoral que acaba de anunciarse.

La asociada presidencial Elisa Carrió cuestionó por las redes sociales la legitimidad del escrutinio y en el CCK dijo que sólo muertos se irían de Olivos, en una demostración de republicanismo explícito, cosecha 1955. Según la heroína cívico-libertadora, hubo demasiados votos a Macrì suprimidos de los telegramas. Esto se debe “al control narco en determinados sectores del norte y del conurbano”. Como ya es habitual, tan tremenda denuncia no mereció ni apoyos, ni desmentidas ni precisiones por sus compañeros de Juntos para el Cambio. También dijo que había “compañeros nuestros” que están esquiando en vez de continuar la campaña, por lo que los calificó de cobardes que se esfuman en la adversidad. Y agregó que Europa en verano es hermosa. No explicó a qué pista de nieve accesible en verano se refería.

Por lo general sus erupciones son descartadas como excentricidades sin consecuencias, pero al mismo tiempo sirve para que alguien diga por Macrì las cosas que no convienen al guión que le duró hasta la semana pasada. No parece la actitud más razonable hacia quien hace dos años obtuvo más del 50% de los votos en el único distrito del país que el oficialismo podría seguir gobernando a partir de diciembre, el mismo donde se inició la aventura, hace ahora doce años. Por cierto, el radicalismo retiene sus tres provincias, pero lo que ha dejado de existir es la alianza con Macrì.

Hace dos años Carrió había hecho una denuncia similar, pero contra varios de sus compañeros de Cambiemos, como el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo; el intendente de Lanús, Néstor Grindetti y su secretario de seguridad, Diego Kravetz. El primero, íntimo del Hada Buena; el segundo, del Calabrés, para quien ahora el derrotado intendente de Lanús está haciendo contactos políticos reservadísimos. Siempre original, Carrió presentó su panfleto acusatorio de entonces ante el vicegobernador radical, Daniel Salvador, en su carácter de presidente del senado provincial y de su comisión de Asuntos Constitucionales y Acuerdos. Allí señala a los funcionarios como asociados con policías en la protección de la venta de sustancias de consumo prohibido por las autoridades sanitarias y con boliches en situación irregular. También dedica un extenso capítulo a la feria La Salada, cuyos principales directivos registran militancia en la UCR.

Es ostensible que ellos no manipularon el escrutinio, porque de otro modo no se hubieron llevado la tunda electoral de la que aún no se reponen.

Lo que vendrá
Luego de la primera comida con políticos y empresarios que Carlos Menem dio en Olivos, su esposa Zulema Yoma le preguntó al mozo más antiguo de la residencia cómo eran esas tenidas antes de que llegaran los riojanos. “Igual que esta, señora. El único cambio son ustedes dos”, respondió el hombre.

Con esa misma plasticidad, el establishment se dispone a abrir juego con el próximo Presidente. En un informe para su casa matriz, el Citi da por sentado que Alberto será el próximo Presidente y cree que asumirá con:

las variables macro estabilizadas, por lo cual el mero rebote estadístico implicará un crecimiento del 1,5% del PIB como base.
Economías provinciales saneadas.
Stocks recuperados.
Superávit comercial de 12.000 millones de dólares este año y 15.000 el próximo, por el desplome de las importaciones.
Generación de 4.000 millones de dólares adicionales por la mejor cosecha.
Posición exportadora de gas a Chile y Bolivia.
Mejores trenes, caminos y potencia eléctrica en Vaca Muerta.
Al Peronismo unificado debería sumarse Lavagna.
El Tipo de Cambio debería ser el más alto posible, pero la devaluación debería hacerla Macrì antes de las elecciones de octubre.
Es viable que en 2020 pueda firmarse un acuerdo de facilidades extendidas por diez años del FMI, que erogaría otros 10.000 millones de dólares.
Las LELIQs serán canjeadas por un bono tipo Discount a 30 años.
Salarios y jubilaciones serían desindexadas, para que el tipo de cambio alto sea el motor de la economía.
El gobierno tendrá un arranque similar al de Néstor Kirchner, con disciplina fiscal, subsidios a la luz, el gas y el transporte; estímulo al consumo como motor económico; control de cambios sólo para el atesoramiento, no para la transferencia de dividendos o pago de importaciones.
El dólar futuro ronda los 80 pesos a fines de este año y los 100 en agosto de 2020.
La tasa de las LELIQs seguirá a 75%.
Como siempre ocurre con esta clase de informes, es difícil discernir en qué proporción son análisis rigurosos, expresiones de deseos o formas de presionar para hacerlas realidad. En esta última categoría debe ubicarse esta afirmación, que no tiene que ver con la econometría: Alberto tiene suficiente personalidad para “contener a CFK”, sobre todo en un sistema hiperpresidencialista, alega el banco estadounidense que se instaló en la la Argentina hace más de un siglo. No es un escenario deseado, pero tampoco apocalíptico.

Además del informe, el Citi envió una carta de invitación al triunfador de las PASO para reunirse en Nueva York con los principales fondos de inversión globales.

Alberto no tiene interés en el viaje que, antes que una necesidad, implicaría un gesto de sumisión que Fernández no piensa hacer. Hasta ahora, ni siquiera respondió la carta.

Desde el punto de vista de los intereses populares, es importante advertir que “la contención” de Cristina y de La Cámpora, o en su defecto el enfrentamiento del Presidente Fernández con ellos que plantea el Citibank y sobre los que moscardoneó Macrì en el diálogo presidencial, es la principal hipótesis de trabajo de las fracciones de capital que gobernaron los últimos cuatro años y de aquellas que no pudieron organizarse detrás de Massa para desalojarlo, es decir la tradicional puja entre dolarizadores y devaluacionistas que desde hace cuatro décadas sazona los finales de cada gobierno y los comienzos del próximo. Alberto y Cristina están prevenidos y tienen la decisión de no favorecer estos designios. «No nos volveremos a pelear», insiste él. No es tan seguro que todos los integrantes de la Coalición del Espanto lo comprendan con la misma lucidez.

Horacio Verbitsky, El cohete a la luna, Piernas de Gelatina.

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