Macri compra tiempo al FMI.



El auxilio del FMI tiene el objetivo inmediato de evitar la caída de la economía macrista. El respaldo de Estados Unidos al acuerdo con el FMI expresa el deseo de brindar una chance a la reelección de Macri. El Banco Central quedó desplazado de la administración de la crisis. Shock inflacionario con ajuste recesivo. El tic tac de las Lebac.

La desesperación por anunciar el préstamo extraordinario del FMI tiene un motivo simple y dramático: sin parte de esos dólares y, en especial, con la auditoría permanente para garantizar el pago de la deuda, el jaque de Wall Street a la economía macrista hubiera pasado a ser mate. Las cifras son elocuentes: desde este mes hasta fin de 2019, los vencimientos de deuda del sector público nacional en moneda extranjera (capital, intereses y Letes) totalizan unos 42.200 millones de dólares. A esa suma se le agrega la demanda de billetes verdes para cubrir el déficit comercial que, con devaluación y recesión, alcanzaría los 15.000 millones en los próximos 19 meses. Si se mantuviera la misma tendencia del primer cuatrimestre de este año, la cuenta turismo al exterior más el canje de pesos por dólares para ahorro sería de 62.500 millones de dólares hasta el último mes del mandato de Mauricio Macri. En total, la necesidad mínima de dólares suma 119.700 millones. Por ahora, el único ingreso garantizado es de 15.000 millones de dólares en las 48 horas siguientes del 20 de junio, cuando el directorio del FMI aprobará el acuerdo.

El crédito del Fondo, otras líneas de financiamiento (BID, CAF y Banco Mundial), la ampliación del swap de monedas con la banca central china y operaciones de repo (préstamos con garantía de títulos públicos) con bancos internacionales no alcanzarán a cubrir el inmenso bache de divisas de los próximos 19 meses. El blindaje financiero sumaría nominalmente unos 70 mil millones de dólares. Es un auxilio imponente pero con desembolsos en cuotas, que sólo servirá para ganar tiempo con el objetivo de dar alguna posibilidad a la reelección de Macri. La esperanza del oficialismo es que capitales especulativos quieran volver a apostar a la bicicleta financiera argentina y que el mercado internacional de crédito se reabra para la emisión de deuda pública y privada. Es una aspiración ambiciosa, con tasas de interés internacional con tendencia alcista y con la ficha brasileña en el tablero especulativo internacional comenzando a tambalear.

El paquete financiero ataca la incertidumbre acerca de la solvencia de corto plazo, que se había puesto en la cornisa con el cierre del grifo de dólares de Wall Street y con la persistente caída de las reservas del Banco Central. Los dólares del FMI & cía. vienen a garantizar que no habrá dificultades para cumplir con los pagos de capital e intereses de la deuda. Lo dice con todas las letras y sin inhibiciones el ministro de la Deuda, Luis Caputo, y así lo entendieron aliviados bancos, fondos de inversión y tenedores de bonos. Sin embargo, el salvataje no aborda el nudo central del estallido de esta crisis, que no es otra cosa que el creciente flujo negativo de dólares de la economía. La restricción externa, la escasez relativa de divisas, siempre está latente, pero su irrupción a dos años de la economía macrista fue contundente, puesto que se dieron las condiciones para que fuera así con la liberación total de la cuenta Capital de la Balanza de Pagos y la desregulación absoluta del mercado cambiario.

Opciones
Un camino para cerrar la inmensa brecha del sector externo podría ser con controles en la plaza cambiaria y el desdoblamiento del tipo de cambio aplicando un elevado impuesto al dólar turista, para desalentar viajes al exterior, y estableciendo un precio más alto para el dólar financiero. Sería una impactante sorpresa que el gobierno de Macri aplicara una política de administración del mercado cambiario para atender la crisis que provocó. No lo hará y aunque quisiera no podría establecer esas regulaciones porque el acuerdo sellado con el FMI se lo imposibilitaría. Esa opción queda descartada.

Es poco probable que instrumente una estrategia de administración del comercio exterior para limitar las importaciones, dado que la apertura es una de las pocas estrategias que tiene para disciplinar los precios internos. Además esa iniciativa tampoco sería avalada por el Fondo, ahora que la economía quedó bajo su tutela. Otra alternativa queda tachada del menú.

Un sendero muy doloroso en términos de costos sociales para cerrar el déficit externo sería una megadevaluación provocando un combo de fuerte recesión y elevada inflación. Inicialmente, por supervivencia política, el macrismo no se animará a realizar un fortísimo ajuste cambiario porque se enterraría el proyecto conservador que vino con la intención de borrar la experiencia populista. Esa devaluación no sería moderada. Quienes calculan el valor del tipo de cambio para atender el creciente desequilibrio externo lo ubican en niveles que los 30 pesos es un precio bajo.

Descartadas esas vías, por ahora ha prevalecido la opción voluntarista, en la que milita la dupla de ministros Luis Caputo-Nicolás Dujovne. Consiste en que el blindaje financiero con fortísima reducción del déficit fiscal permita modificar las expectativas negativas del mercado y, de ese modo, facilitar la refinanciación de los vencimientos de deuda y alentar el regreso de capitales especulativos al mercado local. No será fácil conseguirlo porque el gobierno de Macri dilapidó uno de sus principales activos, sostenido con la colaboración de un inmenso aparato de medios de propaganda público y privado: la generación de expectativas de que la economía mejorará. Ahora, sólo le queda manejar el control de daños.

Salvataje
En otra prueba de una renovada expresión de la revancha clasista de las elites contra los sectores populares, que agudiza las contradicciones y el enfrentamiento histórico entre dos proyectos de país, fue la elección de una sala del Centro Cultural Kirchner para anunciar el acuerdo con el FMI. Nunca antes el Ministerio de Hacienda y el Banco Central utilizaron esas instalaciones para una conferencia de prensa. El regreso al endeudamiento con el Fondo asociado con el apellido Kirchner fue una provocación innecesaria alimentada por la impunidad.

Los dólares del FMI vienen a financiar el déficit fiscal al clausurar la vía de asistencia del Tesoro por parte del Banco Central, a empezar a desarmar la bomba de las Lebac y a acelerar el ajuste del gasto público. En definitiva, vino a rescatar del naufragio a la economía macrista, acelerado por la incompetencia del Banco Central en la última corrida cambiaria.

El salvataje al gobierno de Macri tiene un objetivo político notorio, con Estados Unidos como principal impulsor. Esto queda en evidencia por el monto excepcional involucrado en relación a la cuota que le corresponde a la Argentina (1100 por ciento). El primer desembolso del FMI de 15 mil millones de dólares irá directo al Tesoro, eludiendo al Banco Central para evitar que sean dilapidados por la gestión Sturzenegger. Eso ahora será tarea de Caputo.

Esos dólares tiene la misión de evitar el derrumbe de la economía macrista y de ofrecer a la Alianza Cambiemos una chance de llegar con algo de aspiraciones a las elecciones presidenciales del año próximo. Antes y ahora, los Estados Unidos controlan el Fondo Monetario, y la caída de Macri sería un golpe duro al ciclo de restauración conservadora en la región que irrumpió con el objetivo de enterrar las experiencias del populismo del siglo XXI. Estas abrieron las puertas de América latina a China y Rusia, que Estados Unidos pretende entrecerrar. El comunicado inmediato del Departamento del Tesoro de Estados Unidos avalando el acuerdo del FMI con Argentina es una muestra del interés de la administración Trump de evitar la caída macrista.

El aspecto clave para evaluar qué probabilidad de éxito tiene esa estrategia es considerar que impone un fortísimo ajuste fiscal en el año de las elecciones presidenciales. Dujovne se comprometió a recortar casi 250 mil millones de pesos en 2019 en obras públicas, en menos giros a las provincias (vivienda, salud y educación), en reducción del salario real de los empleados públicos y en disminución de subsidios (más tarifazos) y de gastos corrientes. No es una situación cómoda para salir a conseguir la adhesión mayoritaria de la población a la reelección de Macri, además con aumento del desempleo, caída del ingreso real de trabajadores y jubilados y tasa de inflación en alza. Algunos funcionarios atrapados por el entusiasmo de no haberse caído al abismo creen que, pese a esas variables negativas, pueden repetir la experiencia electoral de la reelección de Carlos Menem.

1995
En ese año, la economía argentina recibió en forma plena el shock externo negativo provocado por la crisis mexicana denominada Efecto Tequila. Hubo una recesión contundente que llevó al PIB a descender 4,4 por ciento, con fuerte aumento de la desocupación y la pobreza. La fuga de depósitos fue fulminante. En el primer trimestre, el sistema financiero sufrió la pérdida de un quinto de las colocaciones, que derivó en caída con posterior absorción de decenas de bancos. Hubo también fuga de capitales y extrema volatilidad de las cotizaciones de activos bursátiles.

Con convertibilidad y recesión, la tasa de inflación anual fue de apenas 1,6 por ciento. La estabilidad cambiaria y de precios, el voto cuota (los hogares habían aumentando sustancialmente su endeudamiento por la compra de bienes de consumo) y el arrastre de cuatro años de importante crecimiento de la economía, dejando atrás los años traumáticos de las hiperinflaciones de 1989 y 1990, fueron las razones que permitieron la reelección de Carlos Menem pese a la crisis económica con deterioro social (el desempleo había saltado al 18,4 por ciento en mayo).

La diferencia principal entre ese cuadro político-económico y el actual es que ahora no hay estabilidad cambiaria y la tasa de inflación de este año se proyecta por arriba del 30 por ciento. Una segunda vuelta de devaluación la colocaría en el escalón del 40 por ciento, evolución de precios que sólo podría ser contenida con una recesión intensa. Este probable recorrido alcista de los precios ha estimulado otra frase antológica de un funcionario de equipo económico, que se suma a una larga lista en décadas de crisis: “No tenemos metas para este año”, afirmó el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, quien ha estado defendiendo las irreales metas de inflación en estos años de la economía macrista. Para el 2019, el mejor escenario previsto por Sturzenegger es una tasa de inflación en junio, cuatro meses antes de las elecciones presidenciales, del 21 por ciento interanual.

Bomba Lebac
El proyecto de modificación de la Carta Orgánica del Banco Central comprometida con el FMI es una señal al mercado financiero para tratar de recuperar credibilidad a una gestión que acumula fracasos. Con la actual relación de fuerzas políticas en el Congreso será una misión ambiciosa conseguir su aprobación. Tal es la degradación a la que fue sometido Sturzenegger, que una de las tareas básicas de toda banca central, la que se refiere al manejo del mercado cambiario, fue transferida al Banco Nación, desde donde el ministro Luis Caputo comandará el manejo de la sensible plaza del dólar. Es una decisión insólita que habla de la desconfianza que existe acerca de las cualidades técnicas y operativas del equipo de Sturzenegger.

Los dólares del Fondo quedarán bajo custodia del Tesoro, esquivando a la mesa de dinero del Banco Central, que demostró su incapacidad en la última corrida. Tuvo un comportamiento asombroso: liquidó casi 8000 millones de dólares en un par de semanas y después convalidó una devaluación que elevó la paridad de 20 a 25 pesos. Fue un saldo desastroso en la administración de recursos públicos, además de generar inestabilidad económica con tasas disparadas al 40 por ciento anual, para culminar abrazados en forma desesperada al FMI.

El otro golpe a la autoestima de Sturzenegger es la estrategia consensuada con el Fondo para desarmar la bomba de tiempo de las Lebac. Hasta hace muy poco, el titular del Banco Central afirmaba que el stock de ese endeudamiento a cortísimo plazo no era un problema porque era la contrapartida de la acumulación de reservas. Como se sabe que es una definición financiera sin sentido, expresión de soberbia o ignorancia, el acuerdo incluyó un mecanismo para frenar esa bola de nieve que sigue amenazando con arrasar todo. Mientras, Sturzenegger se sigue riendo en las conferencias de prensa y sigue hablando del kirchnerismo.

El Tesoro rescatará parte de los 60 mil millones de dólares de Letras intransferibles entregadas al Banco Central por los dólares recibidos para pagar deuda en los gobiernos kirchneristas. El plan alcanza a 25 mil millones de ese total. El Tesoro entregará pesos obtenidos en colocaciones de títulos de deuda, fondos que la entidad monetaria utilizará para cancelar Lebac en un plazo de hasta tres años. También venderá dólares del FMI en el mercado local y los pesos obtenidos serán girados al Central para retirar Lebac de circulación. Para comenzar con este plan se espera una baja de la tasa de interés.

El plan incluye que más temprano que tarde las Lebac dejen de ser un instrumento financiero de ahorro para clientes de bancos, para quedar reservado sólo para entidades financieras. Si bien el stock de Lebac descendería en dos o tres años, más de la mitad seguirá presionando en el pasivo del Banco Central generando déficit cuasifiscal. No parece que esa estrategia de canje de deuda sea suficiente para desactivar la bomba Lebac.

Herencia
El Observatorio de la Deuda Externa de la UMET estimó vencimientos de deuda del Tesoro Nacional en moneda extranjera por 16.842 millones de dólares en 2018. Si se incluyen los vencimientos de Letes (15.068 millones), la suma total asciende a 31.910 millones. Con los pagos realizados a mayo, el saldo de este año alcanza a 20.200 millones. Para el 2019, esos compromisos totalizan unos 22.000 millones de dólares. Como se mencionó al comienzo, esta cuenta suma 42.200 millones de dólares en lo que resta del gobierno de Macri. El Fondo sólo entregará en forma inmediata 15 mil millones de dólares y, según señaló Dujovne, el resto quedará en estado “precautorio”, sin ánimo de ser prestado por el FMI en las actuales condiciones, y sólo lo haría luego de verificar el cumplimiento del ajuste en los próximos meses.

Para poder cubrir el faltante de dólares resulta indispensable la apertura del mercado de capitales internacional para las colocaciones de bonos públicos, como también de deuda corporativa. Telecom del Grupo Clarín está primero en la lista de espera, luego de varias postergaciones, con un bono por 1000 millones de dólares.

Sin consulta ni debate previo con fuerzas políticas de la oposición, el gobierno de Macri suscribió un acuerdo con el FMI que se proyecta hasta la mitad del próximo gobierno. El salvavidas financiero para asegurar los pagos de la deuda es entonces una celda para otra gestión que pretenda realizar un programa diferente. Si quiere modificar la política económica se enfrentará con el dilema de cancelar toda ese pasivo, cosa que le será imposible, o continuar con la auditoría trimestral del Fondo. De ese modo, el préstamo del FMI actúa como garantía de que no se modificará el actual esquema económico. Será una pesada herencia que dejará la economía macrista.

Alfredo Zaiat.

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