La carrera entre salarios e inflación en la Argentina de la última década.


Cuando baja el desempleo, a partir de un bajo nivel, sostenido en el tiempo, parece aumentar la inflación. En el caso puntual de la Argentina, un bajo nivel sostenido del desempleo está vinculado con una palpable mejora en la distribución del ingreso. Esto es así por la tendencia productiva natural del país hacia la extracción primaria, que no mejora el desempleo. Por tanto una mejora en el nivel de desempleo en la Argentina engloba, por lo menos, una cierta participación regulatoria del Estado.

En este contexto, cuando se logra una mejora en el nivel de desempleo, asociada a una mejora distributiva, se presionan variables de manera tal que los formadores de precios buscan apropiarse del excedente a mayor velocidad, aprovechando al aumento de las cantidades demandadas. Esto se refleja en el aumento generalizado en el nivel general de precios. En nuestra economía esta mejora distributiva tiene relación con una mejora del salario en dólares (lo que suele dejar abierta la puerta a restricciones externas).

Debe observarse que la devaluación del peso entre diciembre de 2014 y fines de noviembre de 2015, es sólo 13,3%. Por otro lado, entre diciembre de 2015 y marzo de 2016 operó una devaluación de alrededor del 50%, efectuada tras la salida de las restricciones cambiarias existentes desde 2011 (esto es cerca de un 32% de depreciación del peso). A partir de ese momento se da una situación que no se veía con tanta fuerza en la Argentina desde 1975 con el rodrigazo. Un cambio fuerte en los precios, de la moneda extranjera, de las tarifas, con merma en el consumo. Y posiblemente, con aumento del desempleo.



Es interesante tener en cuenta el caso de 2009: la inflación baja a pesar de una aceleración en la devaluación del dólar pero en conjunto con un desempleo que sube, de 7,9% en 2008 a 8,7% en 2009. En ese año, el salario en dólares casi no aumenta, cosa que ayuda a moderar la inflación. En este abanico de ideas, cabe pinchar el siguiente dato para no perderlo de vista, entre 2012 y 2014 el desempleo se mantuvo en el orden de 7%, mientras en el tercer trimestre de 2015 se ubicó en 5,9% de la PEA.

Cuando sube el salario en dólares, en conjunto con una baja de desempleo, en un escenario de aumento de la demanda, en el período que va de 1995 a 2015, que son los años que estamos mirando, se puede ver una inflación que está en las bandas del 14 al 26%. Cuando se mueve de manera abrupta el tipo de cambio, esa inflación se acelera, sobre todo si se mantiene el nivel de desempleo y el poder adquisitivo del salario (paritarias mediante).



De este modo, en 2002 hay un pico de inflación relacionado con la devaluación del peso en shock, pero que no fue tan fuerte en su traspaso a precios (pass through) por el alto desempleo y los bajos salarios en dólares (como indicador proxy de su bajo poder adquisitivo). En 2007 hay un 21% de aumento del salario en dólares, mientras el desempleo sigue bajando, eso se vincula con una aceleración de la inflación aunque no sea tan alta (en 2007 el Estudio Bein la situó en 19%). En 2014, si bien el dólar no subió tanto como 2013, sí existió un shock en el tipo de cambio aplicado en enero de 2014, esto aceleró la inflación (Bein la situó en 31,6% e IPC Congreso en 38,7%).

Para completar el escenario, cabe destacar que desde 2003 inclusive, el salario registrado promedio real ganó 56% hasta el final de 2015, en relación a la exagerada inflación del congreso (IPC Congreso). Desde 2008, esta mejora real fue de 20%, desde 2011 10,6%, desde 2012 4%, desde 2013 1%, y considerando 2014 y 2015 enteros, el saldo real es una pérdida de 1,6%, por la alta inflación de 2014 ya comentada. En este caso se usó la inflación del Congreso, no porque se legitime su metodología, para nada, sino porque cabe suponer que si los salarios le ganaron a esa inflación (exagerada) no hay más discusión respecto de ese triunfo.

Las políticas de promoción de mercado interno son claves para consolidar un panorama de mejora salarial con disminución de desempleo, lo contrario a lo que ocurre en la actual gestión macrista. No debe perderse de vista, una parte integrante de este panorama: durante 2015 se efectuaron 1957 negociaciones colectivas de trabajo (abarcando a 4.53 millones de trabajadores), mientras que en 2004 hubo 348 (que abarcaban 1.2 millones de trabajadores), mostrando un verdadero esfuerzo a lo largo del tiempo por centralizar las negociaciones y promoverlas desde el Estado como herramienta de mejora de ingresos y bienestar social, siempre en función de negociones por rama o empresa, sosteniendo asimismo una suerte de derrame sobre la economía informal. Esta promoción desde el Estado no parece ocurrir en esta nueva era.



Así, algunas conclusiones pueden adelantarse: a) no existe recuperación natural del salario, es un proceso político, desde 2004 la mejora es evidente gracias a las paritarias, pero en un contexto de apoyo estatal, con mercado interno y mejoras administrativas para proteger el empleo nacional; b) los salarios eran altos en 2001, pero el desempleo era alto y la demanda agregada era muy baja; y,c) la mejora del salario real, respecto de 2001 (incluyendo el salto de 2002) es de un 16% hasta el final de 2015, pero esta vez con bajo desempleo y fuerte demanda.

Como puede verse cada año atraviesa distintas circunstancias, pero mirando el juego de estas variables, y sus combinaciones se puede explicar por qué aumentan los precios en relación con los salarios. De este modo, era previsible que una devaluación como la practicada en diciembre de 2015, generase un fuerte traslado a precios en los siguientes meses. Tal como se vio en enero de 2014, aunque con otras medidas, menos paliativas de la baja del consumo (que en abril de 2016, según Came, se ubicó en -6,6%). Entre paréntesis: las mejoras salariales no son inflacionarias en sí mismas, debe tener una contraparte de un formador de precios, o un empresario, dispuesto a disputar costos con los salarios.

¿Cómo sigue esta discusión en la Argentina de los próximos años? No se trata de hacer futurismo, simplemente de plantear un escenario. Si el desempleo sube, las tarifas se mantienen estables en un nivel alto en relación con los salarios, si el tipo de cambio se mantiene estable, cabe esperar que ciertamente se reduzca la inflación en el corto plazo, pero con costo alto costo social.

Hernán P. Herrera, CEPA (Centro de Economía Política Argentina)

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