Panamá Papers: Paraísos fiscales y fuga de divisas.


La investigación colectiva conocida como “Los Papeles de Panamá” permite dilucidar el funcionamiento de las llamadas guaridas fiscales en la planificación fiscal nociva.

“Nadie tiene una empresa off shore por diez años sin hacer nada. En la Inspección General de Justicia (IGJ) hay disposiciones que te permiten concluir con una sociedad de manera inmediata. Uno de los temas indispensables para entender cómo funcionan las empresas en los paraísos fiscales y rastrear su funcionamiento es ver quiénes son los directores y los administradores”. Quien habla es Ricardo Nissen, ex titular de la Inspección General de Justicia. “La Unidad de Información Financiera (UIF), la Oficina Anticorrupción y la AFIP deberían actuar de inmediato y de oficio”, advirtió Nissen en diálogo con este cronista.

La revelación de la investigación colectiva denominada “Los Papeles de Panamá” que develó la existencia de una empresa offshore constituida en Bahamas entre 1998 y 2008 por el Presidente de la Nación, Maurico Macri, junto a su padre y hermano, permite dilucidar cómo funcionan los llamados paraísos fiscales y su vinculación con la fuga de capitales.

La definición de paraíso fiscal no es arbitraria. Existen organismos internacionales que califican a los países según el tipo de legislación que poseen para regular a las empresas y capitales, y su circulación. Una de ellas es la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico (OCDE). La Tax Justice Network (Red para la Justicia Fiscal), un grupo internacional que combate prácticas de evasión impositiva, elaboró en noviembre del año pasado un ranking sobre paraísos fiscales en donde Bahamas quedó ubicada en el puesto 25.

En su último informe, dicho organismo sostuvo que en ese país “las autoridades trabajan muy duro para aprovechar exclusiones y lagunas legales, siendo selectivos a la hora de decidir con cuáles países van a intercambiar información, o simplemente haciendo caso omiso de las reglas”.

La pregunta es para qué una persona particular, una sociedad anónima u otro organismo constituye una sociedad offshore en un paraíso fiscal.

“No hay motivo legítimo para instalarse en un paraíso fiscal que no sea para ocultar el origen del dinero, para luego ingresarlo en el mercado formal. Todos los empresarios argentinos que investigamos suelen ponerse como directores y no como accionistas. Esa es una práctica normal ya que en muchos países no existe legislación sobre vinculaciones económicas. De esa manera se ocultan los movimientos de dinero”, sostuvo a este cronista la economista Verónica Grondona Olmi, especialista en investigaciones sobre fuga de capitales, quien en 2014 escribió un trabajo para el Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo (Cefid-AR), junto a la coordinación de Jorge Gaggero.

El libro “Las Islas del Tesoro”, escrito por Nicholas Shaxson (2014) resume uno de los mecanismos de elusión fiscal vía paraísos fiscales. “Las empresas petroleras norteamericanas, que vendían petróleo crudo barato a empresas afiliadas dedicadas al transporte marítimo, registradas en “guaridas fiscales”, las cuales, por su parte, lo vendían caro a sus propias refinerías o puntos de comercialización. Es decir, las intermediarias compraban barato y vendían caro”, reseñó Shaxson. Otro ejemplo es brindado por Grondona Olmi, al sostener que “las empresas que recurren a estas guaridas lo hacen para hacer negocios en otros países –como es el caso de Mauricio Macri- y de esa manera evitan pagar los impuestos vinculados a la distribución de dividendos”.

Dólares en fuga

La Fuga de Capitales, ya sea a través de los paraísos fiscales, o mecanismos financieros formales o corridas bancarias, han sido a lo largo de la historia argentina un fuerte condicionante político. Las estimaciones propias de Cefid-AR concluyen que el stock de capitales de argentinos en el exterior para 1975, previo al Golpe Cívico Militar, era de tan sólo 5.012 millones de dólares, mientras que para el retorno de la democracia en 1983 ascendía a 32.214 millones de dólares, es decir un crecimiento del 543 por ciento.

Durante el período alfonsinista este monto se mantuvo relativamente estable hasta 1988 cuando alcanzó los 35.597 millones de dólares, pero en sólo un año (1989) saltó a los 43.078 millones de dólares. El golpe de mercado no sólo fue inflacionario, sino que incluyó la desestabilización de la divisa a través de una corrida cambiaria que incrementó en un 21 por ciento el stock de activos de argentinos en el exterior en sólo un año.

Durante el período de convertibilidad esta cifra llegó a los 92.252 millones de dólares para el año 1998, lo que dio cuenta de un incremento del 120 por ciento. Para el año 2001 esta cifra creció a los 200.000 millones de dólares. Para 2012, la Fuga totalizaba los 373.912 millones de dólares.

Los detractores de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner sostenían que la Fuga se debió a la falta de seguridad jurídica en el país. Lo curioso es que durante la época “dorada” de la seguridad jurídica la fuga creció 156.922 millones de dólares. Incluso, la ex Presidenta enfrentó seis corridas cambiarias, realizada por particulares y empresas, que representaron la fuga de 60.676 millones de pesos, según información del Banco Central.

En el mundo, la fuga de capitales, la elusión y evasión fiscal, y la proliferación de sociedades en paraísos fiscales son fenómenos investigados como hechos vinculados entre sí.

Sebastián Premici

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