Del “paradigma de la libertad” al regreso de los malvados monopolios.



Macri dijo durante toda la campaña que el gobierno K les quería hacer creer a los argentinos que el empleo lo generaba el Estado y la inflación, los empresarios. Y que en realidad era al revés. ¡Ahora no nos puede venir a decir que la culpa la tenemos nosotros! ¿El dólar subió 50% en dos meses y los que generamos inflación somos los empresarios?

El CEO de una de las más importantes compañías alimentarias del país resume en su enojo el de muchos de sus colegas. Lejísimo parece haber quedado la definición de Pancho Cabrera el 15 de diciembre, hace apenas dos meses, cuando el entonces flamante ministro de la Producción reunió a las 50 cabezas del supermercadismo, el consumo masivo y los alimentos para pedirles que “acompañen con los precios” y anunciarles que se terminaba “el paradigma del control” para abrirle paso “al paradigma de la libertad”.

Como el complejo agroexportador, que se comprometió con Alfonso Prat-Gay a liquidar u$s 6.000 millones en tres semanas y todavía no llegó a u$s 5.000 millones en ocho, los formadores de precios le respondieron a Macri con el bolsillo. El country manager de la brasileña Quilmes, sonriente en aquel encuentro de diciembre, no esperó ni una semana para subir el precio de su cerveza “Bajo Cero” de $13,50 a $24. Tampoco escucharon las súplicas de Cabrera sus antiguos jefes de Cablevisión (grupo Clarín), que aumentaron un 15% el precio de sus abonos de cable e internet desde el 1º de enero. Un desaire parecido al que sufrirá el equipo económico cuando la semana próxima, aprovechando el calor, Coca-cola envíe sus nuevas listas de precios con incrementos del 6% en todas las gaseosas en pleno pico de consumo.

La estampida de precios pre y postdevaluatoria gatilló una pérdida de poder adquisitivo del salario que el diputado Claudio Lozano (CTA) estimó esta semana entre el 5,9% y el 7,6%, sin contar todavía el impacto del tarifazo eléctrico. Con un ingreso promedio de $7.354 para los trabajadores ocupados y uno de $9.071 para los ocupados formales, cuesta creer que el alivio de Ganancias para los que ganan más de $25.000 atenúe los reclamos de la ronda de paritarias que acaba de comenzar. Más allá de las sonrisas de Hugo Moyano y hasta de los abrazos de ayer con su otrora archienemiga Patricia Bullrich, la poderosa Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) se apuró a avisar que consideraba al retoque como “solo un gesto” y “un avance mínimo”.

Estanflación

El consumo empezó a resentirse aceleradamente como consecuencia de lo que el analista Guillermo Oliveto bautizó como el efecto combinado de “precios nuevos con sueldos viejos”. La venta de electrodomésticos acumula una caída cercana al 10% en lo que va de 2016 y la de alimentos de primera necesidad también empezó a anotar números rojos, según números preliminares de la consultora Indecom, de Miguel Calvete. La estanflación, una enfermedad que muchos funcionarios del actual gobierno le diagnosticaban al anterior, asoma con síntomas más patentes que en los últimos años.

Las preguntas que se hacen los empresarios en este contexto son dos: cuándo empezará a aplacar la recesión las subas de precios y qué motor tendrá la reactivación posterior si el Gobierno apaga el del consumo. A quienes creen que serán las exportaciones, sus economistas les explican que el mundo sigue en crisis y que Brasil, el destino del 52% de las ventas externas fabriles, se hundirá otro 4% este año. A quienes esperan un impulso fiscal, sus correveidiles políticos les avisan que Alfonso Prat-Gay es una “paloma” en el ecosistema Cambiemos y que, en caso de fracasar su plan de ajuste gradualista, su reemplazante irá por más recortes y no menos.

Lo que convenció al Presidente de abandonar el “paradigma de la libertad” cabreriano y volver al viejo cuco de los monopolios fueron los mismos focus-groups que lo guiaron a la victoria durante la campaña. Aunque el equipo político de Marcos Peña los mantiene bajo siete llaves, sus resultados no difieren mucho de los que arrojó la medición de esta semana de Ibarómetro, donde un 48% de los consultados apuntó a los empresarios como principales responsables de la inflación, que un 79% consideró “muy alta” durante el último mes. Para peor, un 53% pronosticó que la carestía seguirá en alza y un 35% opinó que el Gobierno está tomando medidas que no son efectivas para paliarla.

Por esos guarismos y bajo la hábil presión política del massismo parlamentario, que volvió a difundir el “índice Congreso”, Macri decidió relanzar la Comisión de Defensa de la Competencia y expresar al anunciarlo sus deseos de “que esto evite monopolios, oligopolios, posiciones dominantes, en las cuales al final del día terminamos perdiendo trabajo para los argentinos y las cosas nos cuestan más caras”. También asumió el costo de echar a Graciela Bevacqua, la técnica desplazada malamente por Guillermo Moreno en enero de 2007 por haberse negado a manipular el índice de precios al consumidor. Quedaron flotando las dudas sobre la veracidad y solvencia de la medición que ahora vaya a publicar Fernando Cerro, el nuevo director técnico del ente y ex número dos de Rogelio Frigerio en la consultora Economía & Regiones.

Picados y limosnas

El martes por la tarde, Prat-Gay hizo a un lado las negociaciones febriles con los fondos buitre para ir hasta la Quinta de Olivos a jugar el picadito semanal en el que Macri todavía no debutó por consejo de los médicos que cuidan su costilla fisurada. El ministro de Hacienda fue blanco de burlas por su performance futbolística pero asistió más que nada para aventar los rumores sobre su aislamiento en el gabinete. Se sabe un outsider del mundo Pro, como la propia Bevacqua (a la que intentó contener hasta último momento), pero todavía se siente respaldado. Para que su plan funcione, necesita como el agua que el arreglo con los holdouts destrabe el acceso al crédito externo. Los buitres lo saben y por eso volvieron a tensar la cuerda.

A la mañana siguiente de aquel picadito, en plena reunión de gabinete en la Rosada, Macri le pidió a su equipo en pleno que haga foco en contener la inflación y administrar políticamente las paritarias. Varios de los economistas presentes miraron a Prat-Gay, que monitoreaba en su celular la apertura alcista del mercado cambiario. Presionado por el pass-trough de la devaluación a los precios, el ministro logró ayer que Federico Sturzenegger interviniera por primera vez desde la salida del cepo para contener la escalada del dólar.

Subterráneamente, lo que también se deteriora es el cuadro social. Pocos días después de la visita de Macri al Papa Francisco, a mediados de marzo, la Pontificia Universidad Católica difundirá sus primeras estimaciones de pobreza desde que asumió la Presidencia su antiguo estudiante de Ingeniería. Difícilmente difieran de la que publicó esta semana el centro de estudios de la CTA (CIFRA), que calculó una suba del 19,6% al 23,3% en solo 60 días. ¿Hará algo el Sumo Pontífice para evitar ese cachetazo político en la cara del mandatario de la pobreza cero? ¿O repetirá la penitencia que le impuso con el rosario que le envió a Milagro Sala al cumplirse un mes de su detención sin proceso?

Al Papa ya no solo lo enojan la amnistía tácita de Macri a su viejo enemigo Jaime Stiuso y la omnipresente influencia del binguero boquense Daniel Angelici. También lo alarman los reportes que recibe de Caritas Argentina, que vio dispararse el número de chicos y grandes que se acercan a sus comedores. No colabora con su misión pastoral y solidaria que el gobierno bonaerense de María Eugenia Vidal haya empezado a recortar el 60% de los bolsones de comida que entrega a los centros de contención de la indigencia que administran las organizaciones sociales, que para peor pasaron de incluir 20 productos a solo ocho, de primerísima necesidad.

Alejandro Bercovich, Diario BAE.

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