EL gobierno PRO desoye acusaciones de corrupción contra su presidente y sus ministros off shore.


En chomba y desde la costa atlántica, Macri se hace fotografiar y sale a declarar que las denuncias por corrupción millonaria (que son congénitas de su gabinete) no existen. Apelando al blindaje mediático, al lenguaje coucheado, a los días de verano y a que "la gente no entiende", los funcionarios y él mismo siguen defraudando al Estado y no sólo continúan sus millonarias actividades off shore sino que acrecientan sus empresas y patrimonios a costa del mismo Estado Argentino.

Si el affaire de la asadora puso al ministro Jorge Triaca cerca del despido, los manejos offshore de Luis Caputo no merecieron la más mínima duda por parte del macrismo. La reacción oficial combinó: ninguneo del asunto, apoyo blindado y apuesta a que la revelación no prendiera en la agenda mediática. La fórmula se repitió ayer de forma instantánea, ante la publicación de que el subsecretario general de Presidencia, Valentín Díaz Gilligan, había ocultado 1,2 millones de dólares en un banco de Andorra. Ambos casos ni siquiera se tocaron formalmente en el retiro que encabeza Mauricio Macri con su gabinete ampliado en Chapadmalal.

“Lo de Caputo no existe. Es nulo”, opina un asesor presidencial, en un alto del encuentro costero. Con tono apenas más polite, pero con la misma contundencia, el secretario general de Presidencia, Fernando de Andreis, desestimó la denuncia contra Díaz Gilligan. Lo hizo en la primera conferencia de prensa de la cita macrista, en la que los dirigentes mezclan ocio y trabajo, con los métodos del coaching empresarial.

“Estoy sorprendido por la trascendencia que tomó un hecho que tenía que ver con mi actividad privada”, se atajó Díaz Gilligan, después de haber negado inicialmente la acusación. El ministro de Finanzas Luis Caputo usó un argumento parecido, tras la revelación de PERFIL sobre su relación con dos offshore, creadas para manejar cientos de millones de dólares en paraísos fiscales.

Al asumir como funcionario, Caputo omitió haber sido accionista de esas sociedades. Así lo revelan documentos oficiales de la Securities and Exchange Commision (SEC), la Comisión Nacional de Valores de los Estados Unidos, a los que PERFIL accedió junto al equipo argentino de Paradise Papers.

“Nunca fui propietario ni accionista de Noctua ni de Princess sino asesor, administrador, fiduciario y/o mánager, por lo que no debía declararlas ni ante la AFIP ni ante la OA (Oficina Anticorrupción), respondió Caputo. Y agregó: “desde que en diciembre de 2015 ingresé a la función pública cesé de prestar cualquier servicio profesional a dichas sociedades”.


Así, con el respaldo recibido por Caputo y Díaz Gilligan, el macrismo confirmó su tendencia a minimizar las denuncias que refieran al desempeño previo de sus funcionarios en el ámbito privado: conducta empresaria, administración patrimonial y atajos financieros, muchas veces orientados a la evasión fiscal, son elecciones personales por las que el Presidente no está dispuesto a juzgar a su elenco de gobierno. Un gabinete con mayoría de varones en el que los CEOs ocupan uno de cada tres puestos jerárquicos.

“Espero que los funcionarios, en los que confío, demuestren que todas estas acusaciones no tienen sustentos. También será muy importante el informe de la Oficina Anticorrupción”, declaró Macri en la conferencia que dio desde Chapadmalal.

Pese a haber sido un habitante ilustre de la patria contratista, el propio Macri se presenta como un hombre renacido a la política, ya ajeno a los vaivenes del Grupo Socma y de su papá Franco. Ese fue su argumento para despegarse de la primera gran denuncia en contra de su gobierno: la surgida a partir de los Panamá Papers.

El planteo general del oficialismo, sin embargo, puede chocar con la ley que obliga a los funcionarios a declarar sus patrimonios tanto al momento de asumir, como sus antecedentes laborales por un lapso de tres años. Y hasta julio de 2015, Caputo era accionista de Noctua, según informó la propia gerenciadora a las autoridades estadounidenses.

Ante esa posible irregularidad, la Oficina Anticorrupción dirigida por Laura Alonso avisó que planea poner la lupa sobre la situación de Caputo, por la que ya existe una causa. Alonso a su vez filtró su malestar institucionalista frente a los manejos del ministro de Finanzas.

Por debajo de Macri, quien prácticamente dictaminó la inocencia de Caputo y Díaz Gilligan, no abundan las miradas críticas. Ni en on, ni en off. El ministro de Justicia Germán Garavano está a la espera del pronunciamiento de la Oficina Anticorrupción y de Comodoro Py. En Chapadmalal no hubo reproches. Entre los dirigentes de la UCR nadie alza la voz. Y desde la Coalición Cívica, pese al silencio de Elisa Carrió, aseguran que están en una posición de “observación y guardia”.


Macri: “Nadie se debe enojar”

En la conferencia de prensa que Macri brindó junto al jefe de Gabinete, Marcos Peña, en un alto del retiro en Chapadmalal, se refirió escuetamente a las denuncias que salpicaron en una semana a dos altos funcionarios de su gobierno.

“La transparencia es uno de los principales compromisos que hemos asumido y por eso vamos a encarar (las denuncias de corrupción) como corresponde, dando el suministro de la información”, al tiempo que remarcó que “todos debemos dar explicaciones y nadie se debe enojar”.

Ante la consulta sobre la investigación que involucra al subsecretario general de la Presidencia, Valentín Díaz Gilligan, por supuesto ocultamiento de 1,2 millones de dólares en una cuenta bancaria en Andorra, el primer mandatario manifestó: “Espero que todos los funcionarios demuestren que todas estas acusaciones no tienen sustento y que luego se difunda que fueron denuncias falsas”.

Y aclaró el Presidente además que “hay que esperar el informe de la Oficina Anticorrupción”, que preside la macrista Laura Alonso.

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